LILIANA SÁNCHEZ, EL EROTISMO, LA NATURALEZA ....
La sexualidad y la muerte no son sino los momentos agudos de una fiesta que la naturaleza celebra con la multitud inextinguible de los seres. Ambas significan el derroche ilimitado que realiza la naturaleza al encontrarse con el deseo de durar que es propio de cada ser.
Liliana Sánchez se asoma al espectáculo de la naturaleza con un principio de autorreferencia. Como operadora artística calibra ese ímpetu transformador de la imagen en su proceso artístico, al poder observar y observarse.
El que despierta a esa conciencia perceptiva, puede visualizar la metamorfosis que alude al ciclo de la vida y de la muerte. Esa lucidez es propia de la imaginación científica y creadora.
La capacidad para sentir, palpar la materia hasta la disolución, ha sido la propuesta experimental de artistas como Paul Klee, quien en pleno siglo XX aporta en sus ensayos pedagógicos la contemplación de la vida orgánica, o los dibujos coloreados de Buffon (1707) quien documentó las diversas especies vivientes en sus reinos.
La fotografía en la obra de Liliana Sánchez es un medio, un instrumento del cual la artista se vale como prolongación de su ojo. Ojo afinado, al igual que su piel, su tacto, su olfativo sentido, que capta el destino de un ser que inevitablemente es sometido a una disección esclarecedora.
Lo que la lente electrónica devela, la conciencia imaginante transforma. El hallazgo azaroso es el producto de una febril y exhaustiva mirada erótica.
El ojo percibe las imágenes en sus metamorfosis, el olfato gusta de un respiro devorador de olores en sus fases de putrefacción. La piel cae, e irrumpe en el acto de desollar lentamente el cuerpo en su esencia constitutiva y entrañable.
La serie de “Oda al Ajo”, es cuando deshoja sus transparentes folios rosados que titilan a la luz. Al diseccionar los Hongos, éstos estallan en su propia eyaculación tintórea. El papel recibe en su lecho esta táctil ofrenda. Un principio alquímico acontece en una estructura orgánica inundada de savia vegetal, que la naturaleza hace elocuente.
El uso que le otorga el “Don Juan” de Castañeda (1935), es para algunos iniciados. Donde se fusionan naturaleza y cultura, la artista modifica la imagen desnuda, sea cuerpo o vegetal, en un obsceno acto experimental, a la manera de un Peter Greenaway (1942) que en uno de sus films, el cuerpo humano desnudo se ofrece en sacrificio a la mirada profana.
Liliana Sánchez es una excelente creadora de complejos sistemas vitales. Ella puede componer una exhaustiva taxonomía de curiosos iconos, o sugerir vestuarios teñidos de especies en floración.
Animal, vegetal, mineral, son los mundos que habitan su imaginario biológico. Su cuerpo y sus manos articulan con pasión un complejo laboratorio. Máquinas extrañas e instrumentos manuales esperan el cuerpo elegido .
Cajas opacas y transparentes guardan los hallazgos de esos reinos arrancados de las entrañas de la tierra. Allí reside el secreto de las raíces fecundas de la tierra madre.
Dicen en América, de la Pacha Mama.
Rosa Faccaro, AACA-AICA, Septiembre de 2008
LILIANA SÁNCHEZ, EROTISM, NATURE…
Sexuality and death aren’t but the sharp moments of a feast that Nature celebrates together with the inextinguishable multitude of beings. They both stand for the unlimited extravagance in which Nature indulges when it meets the inbred desire of each being to last.
Liliana Sánchez leans out on the show of Nature with a principle of self-referral. As an artistic operator, she calibrates that transforming momentum of the image in its artistic process, by observing it and by observing herself. Whoever wakes to that perceptive conscience is able to see the metamorphosis of the life and death cycle. That kind of clarity is distinctive of scientific and creative imagination.
The capacity to feel and touch matter up to its dissolution has been the experimental approach of artists like Paul Klee who suggests the contemplation of organic life in his pedagogic essays of the XXth. Century, or Buffon (1707), who documented the various living species within their reigns in his coloured drawings.
In the Works by Liliana Sánchez, photography is a means, an instrument that the artist uses as a prolongation of her eye. A tuned eye, as is her skin, her touch, her smell, which capture the destiny of a being inevitably submitted to a clarifying dissection.
Imaginative consciousness transforms what is revealed by the electronic lens. The risky trove is the product of a feverish and exhaustive erotic look.
The eye perceives images in their metamorphosis; smell enjoys a ravenous intake of odours during their stages of putrefaction. Skin falls and breaks into the slow act of skinning the body up to its constitutive and intimate essence.
In the series entitled “Ode to the Garlic”, transparent pink folios are defoliated as they twinkle in the light. When Mushrooms are dissected, they explode in their own dyeing ejaculation. Paper receives the tactile offerings in its bed. An alchemic principle appears in an organic structure flooded with vegetal sap, which Nature turns so eloquent.
The use that Castaneda (1935)’s Don Juan gives them is for an initiated élite. Wherever Nature and culture blend, the artist modifies the naked image – be it body or vegetal- in an obscene experimental act, as Peter Greenaway (1942) does in one of this films, when a naked human body is offered as a sacrifice to the profane look.
Liliana Sánchez is an excellent creator of complex vital systems. She can compose a deep taxonomy of curious icons or suggest clothing dyed in blooming species.
The worlds that inhabit her biological imagery are animal, vegetal and mineral. Her body and hands passionately articulate a complex lab. Strange machines and manual tools wait for the chosen body. Opaque and transparent boxes keep the findings of those worlds, grabbed from the entrails of the planet, where the secret of Mother Earth's bountiful roots lie. In America they call her Pacha Mama.
Rosa Faccaro, AACA-AICA, September 2008