Los nuevos pecados capitales: El consumismo

  • liliana sanchez
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Los nuevos pecados capitales: El consumismo
Muestra de Libro, papel y Tijera, grupo de artistas Pilarenses


Se acabó. Hay que poner un final. Y salir airosa del tema, por supuesto con dignidad, sí claro, no es cuestión de estar dando lástima. Podría decir que duele tener presente lo pasado, lo que ya no es. Lo que a mi entender, ya no será. No volverá. Y tampoco lo quiero ahora ¿Para qué?
He guardado en los últimos años bolsas, muchas. Un inverosímil cuantificador personal de mi consumo que incluye frecuentes visitas a los shoppings, negocios a la calle, boutiques, viajes, Duty-Free Shops… de las épocas que compraba-consumía-salía, mi vida social y personal señoras y señores, era otra.

Bolsas, vestigios de una época de abundancia, de consumo, de poder comprar, de tener el tiempo y el dinero, esa capacidad de consumir, de mirar vidrieras y entrar-comprar-tarjetear, sí si, así de fácil, y si no me decidía por uno me llevaba dos.

Bolsas, qué placer llevarlas en las manos, en ambas, claro. el temor de que alguna se me desprendiera y caiga… qué orgásmico placer ir cargada con bolsas de pilchas, zapatos, carteras, accesorios, mágicas cremas… ¡¿Hay algo más placentero en la vida de una mujer?! ¡Que alguna me responda!

Bolsas, el mágico misterio de su contenido, porque el nombre de la marca te da sólo una idea, y te miran cuando vas cargada, viste. Las mujeres solemos bajar la vista cuando vemos a otra mujer con una bolsa en sus manos y produce una cosita así parecida a la envidia…

Bolsas, sinónimo de consumo. Consumo, esa palabrita tan hermosa. Y traicionera. Qué sensación extraña la bolsa vacía, porque sin su contenido, no es nada, absolutamente nada.

Bolsas, no vienen solas, vienen con su respectiva marca, el prestigio de la bolsa lo da el nombre de su marca impresa en ella, ay como me río de mi misma, porque convengamos que no es lo mismo una bolsa de Massimo Dutti que del negocio de la señora de a la vuelta que vende ropa… por supuesto que no es lo mismo, ¿saben qué? yo tampoco soy la misma.
Ay que difícil adaptarse a algunos cambios, nunca me hubiera imaginado en la vida que en algunos lados ahora te preguntan si querés una, en los súper no te las dan, te las cobran, o sea que es algo así como un preciado objeto en extinción, he aquí una muestra de mi colección, les cuento una cosa, llegará un punto que van a escasear, dejar de existir, entonces la gente las va a codiciar. ¡Qué previsora que fui al no tirarlas y no deshacerme de ellas! ¡¿Se imaginan si un día las bolsas cotizan en bolsa?! jajaja

Bolsas, resabios de tiempos pasados, tiempos que ya no volverán. Como diríamos en criollo, época de las vacas gordas, y para mi y algunos otros tal vez, época de las bolsas

Época de las bolsas
Liliana Sánchez
Pilar, Diciembre de 2017.