La artista visual Liliana Sánchez se abre a las puertas de la acuarela. Las setas no se hallan en una mañana de sol, se encuentran entre las gotas de rocío antes que él salga. Crecen a escondidas, cerca de algo que los proteja, son frágiles, suaves. Liliana Sánchez, creadora de sombras, los maneja con sutileza, como mundos que se abren en la superficie del papel, textura, vacio, ayudada por el tiempo que exprime a la materia (setas) que deja su tienta para la creación, para ser usado en su lenguaje, el de Sánchez que es sutil, etéreo y sobre todo autorreferencial.

La huella se transmuta y se ilumina con destellos de polvo de oro y acuarelas, esos mundos cambian, se transforman en espacios sagrados que evocan el eterno retorno de los ciclos de la naturaleza. El color fluye en círculos concéntricos que sugieren un marco de perfección, así se define la serie de los mándalas realizados en técnica mixta de tinta y acuarela con polvo de oro.

La acuarela, técnica milenaria*, utiliza el blanco del papel como parte de la obra, pinceladas aguadas y transparentes reflejan la luz y el movimiento. La experticia de Sánchez una vez más queda al descubierto en este lenguaje que no le es ajeno.

* Coincide con la invención del papel por los chinos (100 a.C.)

Graciela Scacciaferro
Curadora Independiente